La gratitud

El último fin de semana, varias iglesias festejaron el día de acción de gracias. Por eso, reflexionaremos sobre la gratitud, y lo haremos con una historia – la historia de Pollyanna, un clásico de la literatura infantil escrito por Eleanor Porter el año 1913.

Pollyanna es una niña de 11 años de edad. Ella recién se volvió una huérfana. Ya había crecido sin su mamá y ahora también perdió al papá. La gente de su ciudad decide escribirle a una tía para pedirle que cuide a la niña.
Pollyanna y su tía no se conocen. Eso es porque la mamá de Pollyanna estuvo en contra de su familia por haberse casado con un muy apasionado, pero muy pobre misionero. Desde ese momento, su familia la abandonó. Pero ahora Pollyanna está sola y necesita ayuda. Su tía, como una buena cristiana, decide cuidar a la niña, pero no planea darle mucha atención. Es una mujer muy rica, pero a la vez muy solitaria y amargada. Cuando Pollyanna llega, su tía no la va a buscar en la estación de tren; en su lugar, envía a la empleada Nancy. Y decide que la habitación más lejana y desnuda de la casa es lo adecuado para la niña. Nancy está avergonzada de su patrona. ¿Cómo uno puede ser tan indiferente a una pequeña huérfana?

Cuando Pollyanna llega a la casa y conoce a su nueva habitación, ella sorprende a Nancy con su reacción. Dice:

“Me alegro de que no haya ningún espejo aquí, porque donde no hay ningún espejo no puedo ver mis pecas… Oh, Nancy, no había visto esto antes. Mira allá, con esos árboles y las casas y esa hermosa aguja de la iglesia, y el río brillando como la plata. Nancy, no hace falta que nadie vea ninguna pintura con eso. ¡Oh, estoy tan contenta de que me hayan dejado esta habitación!”

Pollyanna dice una y otra vez lo contenta que está con todo lo que ve, pero Nancy se siente muy mal por ella. Cuando la tía además de todo eso dice que Pollyanna sólo podrá cenar pan y leche porque llegó tarde a la cena, Nancy le dice a la niña:

«Siento lo del pan y la leche; lo siento, lo siento».

«Oh, yo no. Me alegro», contesta Pollyanna.

«¡Me alegro! ¿Por qué?»

«Me gusta el pan y la leche, y me gustaría comer contigo. No veo ningún problema en alegrarme por eso».

«Parece que no ves ningún problema en alegrarte por todo.”, dice Nancy.

Nancy no comprende por qué Pollyanna reacciona de esa manera y, para ser honesta, ya está un poco frustrada con la alegría constante de la niña. Pollyanna se ríe y explica que ese es el juego. El juego de alegrarse, que le enseñó su papá. ¿Y cómo es eso? Según las palabras de Pollyanna, es:

El juego consiste en encontrar en todo algo por lo que alegrarse, sin importar lo que fuera… Y cuanto más difícil es, más divertido es sacar lo bueno; sólo que a veces es casi demasiado difícil… Pero verás, cuando buscas las cosas que te alegran, te olvidas de las otras cosas.

El libro de Pollyanna no nos cuenta una historia de la fe cristiana, pero su lección es valorable también para nosotros.
Para Pollyanna, la gratitud y la alegría son decisiones y actitudes. Ella busca activamente ver lo bueno y se esfuerza por encontrar motivos para alegrarse.
La gratitud es una decisión también para nosotros. Una decisión de confiar en Dios, de creer que él no nos abandona y que puede crear algo bueno en medio del mal.
La Biblia también nos insta a que direccionemos nuestra mirada y nuestros pensamientos a todo lo que es bueno. Además, dice que podemos tener alegría y paz en el Señor – porque en nuestro propio juego de alegrarnos, Él es lo bueno que siempre podemos encontrar, no importa la situación.

Como dice en Filipenses 4:4-8:

“Estén siempre llenos de alegría en el Señor. Lo repito, ¡alégrense! Que todo el mundo vea que son considerados en todo lo que hacen. Recuerden que el Señor vuelve pronto.
No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho. Así experimentarán la paz de Dios, que supera todo lo que podemos entender. La paz de Dios cuidará su corazón y su mente mientras vivan en Cristo Jesús.
Y ahora, amados hermanos, una cosa más para terminar. Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza.”