El gozo de Dios nos llena de fuerza y renuevo

El gozo, entendido como un estado emocional positivo acompañado de plenitud, bienestar y satisfacción, se presenta en reacción a ciertas actividades agradables que realiza cada persona.

Existen diferentes tipos de emociones y de sentimientos que el ser humano experimenta, de hecho a lo largo del día es posible comprobar diferentes sensaciones como alegría, enojo, serenidad, impaciencia, esperanza, frustración, etc. Es importante que cada persona pueda trabajar por mantener su equilibrio emocional de lo contrario, puede sufrir algunas consecuencias negativas.

El gozo en el Señor nos llena de fuerza y renuevo, también alimenta nuestro estado de ánimo y nos motiva a salir adelante en todas las circunstancias de la vida. Cuando nos motivamos por un corazón gozoso en Dios somos diferentes y tenemos el poder de extender ese gozo y esa alegría a nuestro alrededor.

La presencia de Dios se deleita en nuestras vidas si estamos gozosos y seguros que toda situación obra para bien. La presencia de Dios es nuestra fuente de alegría desde que nos levantamos en la mañana hasta que nos dormimos, podríamos decir que el gozo del cristiano es la comunión genuina con la presencia de Dios.

En tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra hay deleites para siempre. Salmos 16:11.

El Gozo en el Señor es un aspecto fundamental en la vida del cristiano. A lo largo de la Biblia encontramos varios versículos que nos animan a encontrar el gozo y la felicidad en Dios, aún en medio de los momentos difíciles.

Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de luto y me vestiste de fiesta, para que te cante y te glorifique, y no me quede callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias! Salmos 30:11-12

Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe, quien, por el gozo que le esperaba, soportó la cruz, menospreciando la vergüenza que ella significaba, y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. Hebreos 12:2

En este mundo siempre tendremos nuestros momentos felices y difíciles, pero como creyentes siempre tengamos en cuenta que Dios es nuestro señor y él es el principio y el fin, el Dios de amor y consolador. Nuestra vida debe estar reflejada en el gozo que la presencia de Dios nos puede ofrecer.