Dios una fuente de identidad propia de amor

Según la psicología, los seres humanos necesitamos sentirnos amados porque el amor es una necesidad humana básica para el bienestar emocional, la salud mental y el crecimiento personal, y es algo que todos precisamos para sentirnos plenos y realizados. Esta necesidad se hace evidente en la búsqueda de conexión, validación y seguridad, que se puede obtener a través de relaciones significativas.  El amor propio es el combustible que nos permite seguir adelante en cualquier situación de la vida cotidiana.

Con amor eterno, te he amado. Jeremías 31.3

Desde el principio de la creación, Dios nos ha amado con un amor incondicional y eterno. Dios creó al hombre a su imagen y semejanza (Génesis 1:27). Sin embargo, tras la caída del hombre, Dios mismo se comprometió en restaurar la relación con la humanidad a través de su Hijo, Jesús Cristo (Génesis 3:15).

Jesús nos dice: «Dios amó tanto al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna» (Juan 3:16). Nos revela que el amor divino trasciende la emoción, instaurándose como una conducta activa y comprometida. Dios nos ama tanto que envió a su Hijo a morir por nosotros, para que pudiéramos reconciliarnos con Él y tener vida eterna. La concepción de la humanidad como una creación a imagen y semejanza de Dios se fundamenta en la premisa de que el amor es la esencia divina encarnada en nuestra existencia terrenal.

¿Por qué necesitamos sentirnos amados?

La necesidad de sentirse amado es un anhelo profundo que todos los seres humanos compartimos, ya que todos necesitamos sentirnos valorados, aceptados y seguros. Dios nos ama con un amor incondicional. Dios es amor y nosotros hemos sido creados a su imagen y semejanza. La buena noticia es que Dios nos ama tal y como somos, con todas nuestras imperfecciones y debilidades.