En la Biblia, Dios nos muestra la importancia que tiene el prestar atención a su voz, a escucharlo a Él y solo a Él. Sin embargo, en el mundo espiritual, existen diversidad de voces, y una de ellas es la de Satanás, el padre de mentira. La palabra oír nos insta a prestar verdadera atención a lo que Dios tiene que decirnos que son palabras que salen de su boca dirigidas a nuestra vida. En el Nuevo Testamento, la palabra oír proviene del griego akoúo, que significa escuchar, llegar a oído de, obedecer, oír hablar, oyente.
Romanos 10:17 dice: «Así que la fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios».
Deuteronomio 28:2 dice: «Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones y te alcanzarán, si oyeres la voz de Jehová tu Dios.
Podemos percibir la voz de Dios mediante nuestros oídos físicos, por sueños o su Palabra. La voz de Dios nos rodea de una forma evidente y real, está en nosotros el poder percibirla, conocerla y reconocerla; lo fue así en tiempos antiguos y sigue siendo así. La voz de Dios en nuestra vida establece también un sentido auditivo espiritual, es decir, cuando su voz habla a nuestro espíritu a través del Suyo que se traduce en obediencia sin recibir una orden directa, pero con una convicción de lo que sentimos espiritualmente.
1Samuel 3: 9,10 dice: 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar.
10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.
Isaías 51:4., Estad atentos a mí, pueblo mío, y oídme, nación mía; porque de mí saldrá la ley, y mi justicia para luz de los pueblos.
“El Padre quiere comunicarse con cada uno de nosotros, debemos aprender a guardar el silencio necesario y aislarnos lo suficiente para poder distinguir su voz”.