Valentía Silenciosa.

Cuando observamos la valentía desde una perspectiva bíblica, encontramos numerosas historias que nos inspiran y nos muestran el verdadero significado de este valor. La Biblia nos habla de hombres y mujeres valientes que, confiando en Dios, enfrentaron desafíos, lucharon contra la adversidad y se levantaron con determinación frente a las pruebas. Un ejemplo claro. Cuando Jesús estuvo en la tierra, no le importó ser el centro de atención. Pero, aunque eso es cierto, su valentía se hizo evidente en todo lo que hizo y dijo. Se enfrentó a la hipocresía religiosa, mostró compasión por los marginados y dio su vida por los pecadores.

Así alumbrará vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16.

La valentía implica confiar en Dios y actuar según su voluntad, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables, no se trata solo de mostrar fuerza física o audacia, sino de tener la fe y la convicción de que Dios está con nosotros en cada paso del camino. La valentía que nos da el Espíritu Santo nos enseña que no estamos solos y que Dios nos capacita para enfrentar cualquier situación, por difícil que parezca.

Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos, porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará. Deuteronomio 31:6.

Ser valiente sin ser ruidoso significa vivir con integridad cuando nadie nos ve, decir la verdad con gracia y compasión, y ser fiel en las cosas pequeñas. Significa estar firmemente arraigado en la palabra de Dios y no dejarse influenciar por las opiniones ajenas. Es una valentía silenciosa que no necesita escenario. Es un corazón plenamente entregado a Dios.

La Biblia nos dice repetidamente que el hombre sabio debe guardar silencio, buscando refugio en Dios (Isaías 30:15). Mientras que los malvados son ruidosos, furiosos como el océano durante una tormenta, porque no pueden guardar silencio (Isaías 57:20). Dios invita a su pueblo a guardar silencio y atribuye esa tranquilidad con fortaleza, descanso y encontrar un hogar en Él.

Cuando reflexionamos sobre la valentía, debemos recordar que somos llamados a ser valientes en nuestra convicción en Dios y en nuestras acciones. A veces, enfrentaremos dificultades y desafíos que pondrán a prueba nuestra valentía.